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A principios del siglo XX la emblemática Iglesia de San Juan Bautista asume un papel fundamental en el municipio aruquense, siendo respaldado este proyecto por el párroco D. Francisco Cárdenes Herrera, el benemérito D.
Francisco Gourié Marrero y el prócer D. Blas Rosales Batista. Se trata de la pieza arquitectónica con mayor presencia y valor social de la ciudad. Este edificio arquitectónico fue construido a mano, siendo por lo tanto fiel testimonio de la habilidad de los labrantes.
Tras la propuesta ya mencionada, se decidió formar una Junta Directiva para que colaborase en la creación de esta obra de gran envergadura. De esta manera participaron diferentes personalidades de la ciudad aruquense. Fue precisamente esta Junta la que aprobó el proyecto arquitectónico de Manuel Vega y March, arquitecto catalán en septiembre de 1908. Según el arquitecto que concibe esta obra descomunal, su proyecto está basado "el barroquismo del último gótico europeo", acogiendo estilos arquitectónicos del momento tales como el neoclásico, ecléctico y modernista; pero aportando un sentido ojival presente en todo el edificio.
Asimismo el encargado de dirigir dicha obra será Fernando Navarro y Navarro, en colab
oración con el maestro mayor de obras Sebastián Quesada Hernández y un grupo extenso de trabajo formado por canteros, labrantes y tallistas, magnánimos tratantes de la "piedra azul" de Arucas.
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El 19 de marzo de 1909, festividad de San José, comienza la construcción del Nuevo Templo. Su apertura se produce el 19 de marzo de 1917, momento en que se abre al culto. Ahora bien, las obras continuaron en las torres hasta 1932, terminándose el basamento y primer cuerpo de la cuarta torre o campanario, para lo que fue significativa la oportuna colaboración de los Marqueses de Arucas. Sin embargo, será en 1962, cuando se reanude la construcción de dicha torre. La conclusión definitiva se prolongaría hasta la década de los 70, en concreto hasta el 24 de junio de 1977, festividad del Patrono de la ciudad de Arucas, San Juan Bautista.
La Iglesia neogótica se levanta en dos cuerpos, teniendo cuatro fachadas, enmarcadas entre dos torres agudas. La fachada principal, situada en la vertiente norte, da a la Plaza de San Juan. Sin embargo el interior está dispuesto en función del acceso al edificio ubicado en la fachada oeste. Respecto a la fachada sur da al Parque de la Paz, mientras que la Este tiene una significación menor.
El exterior de las fachadas norte y sur es prácticamente igual, tan sólo se diferencian en la instalación de una torre - campanario en la última de las fachadas. Dicha torre - campanario ocupa unos 60 metros de altura y está ubicada en el extremo sureste. La dirección de la construcción de la torre - campanario fue realizada por Rafael Massanet, sucesor de Fernando Navarro. Es ésta la torre que se reanuda en 1962.
El reloj de la Villa tiene su origen en el impulso de la agricultura, pues ante la necesidad de medir las horas de agua para el riego, fue imprescindible su colocación. Este reloj se instaló por decisión de la Junta General de la Heredad de Aguas en la Iglesia de San Juan, construyendo para ello una torre, similar a las de la Catedral de Santa Ana. El mencionado reloj fue construido en Inglaterra por John Moore & Sons, funcionando desde 1850. Actualmente el reloj se sitúa en la torre suroeste del Templo neogótico, conociéndose como Torre del Reloj.
En el interior del Templo podemos apreciar un importante e interesante legado histórico artístico que realza la exquisitez y riqueza ornamental y cultural del término aruquense. Esto último es resultado, precisamente, de la conexión y comunicación con Italia y Flandes. Las capillas más destacadas que conforman el interior de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista son: la capilla de San Juan Bautista, la capilla del Corazón de Jesús, la capilla de la Virgen del Rosario, la capilla de San Blas, la capilla de San Francisco.
Por último señalar que las vidrieras son un elemento característico de esta construcción, propicias para crear la atmósfera necesaria para el culto religioso. La instalación de las mismas se realizó entre 1916 y 1928 por las relaciones que mantuvo D. Francisco Gourié con la Casa Francesa Maumejean et Frères. No cabe duda de que la realización y consecuente aportación de estas cristaleras viene dada por la colaboración de distintos grupos sociales. Por lo tanto son reflejo de la situación económica del momento.
También debemos destacar obras artísticas de relevancia como el Cristo Crucificado que preside el Altar Mayor, Cristo que sobrecoge ante la serenidad que expresa, la imagen de la Virgen del Carmen, San Antonio María Claret, Santa Teresa de Jesús, Santa Lucía, San Sebastián, la imagen del Cristo Yacente, obra del escultor aruquense Manuel Ramos (1899-1971)... En cuanto a las pinturas destacan las obras del pintor canario Cristóbal Hernández de Quintana (1659-1725), cuyo estilo pictórico pertenece al barroco. Contamos así con la representación de la Virgen con el Niño y San José con el Niño.